Con el permiso de © K. Eggenstein: 'El Profeta Lorber anuncia las catástrofes venideras y la autentica cristiandad

Kurt Eggenstein

La fase de las catástrofes apocalípticas


   Según Jakob Lorber, en el tiempo final, también habrán acontecimientos naturales que provocarán el horror y la miseria. «Habrá grandes tormentas en la tierra y en el mar, y terremotos. En muchos lugares, el mar inundará las costas. Muchos hombres se atemorizarán en espera de todo lo que ocurrirá en la tierra.» (Gr VIII 185, 4).
   Ahora ya es obvio, que últimamente haya más terremotos, huracanes, e inundaciones, pero -como veremos-, todavía nos esperan otras catástrofes. El vidente del siglo XX, Edgar Cayce -llamado el profeta durmiente-, que predijo correctamente muchos eventos, presagió para los principios de los años ochenta, que grandes partes de la costa oeste de América del Norte, con las grandes ciudades allí existentes, se hundirían en el Pacífico. A1 mismo tiempo, también desaparecerían grandes partes del Japón, en el Océano Pacífico.
   Los escépticos dirán de tales profecías, que se trata de afirmaciones fantásticas. Pero existen datos científicos que corroboran de modo sorprendente los presagios de Cayce. En la revista Bild der Wissenschaft se informa: «La actividad sísmica en la tierra se reduce a unos cuantos cinturones estrechos. La mayoría de los terremotos y los más fuertes, tienen lugar en el cinturón del Pacífico» (Costa oeste de América y el grupo de islas japonesas, el autor).
   El terremoto en el terreno deshabitado de Alaska del día 27 de marzo de 1964, llegó a una fuerza máxima de 8,5. «En la zona de ruptura pacífico-americana en tierra firme, esta marca un valle longitudinal claramente visible. Deslizamientos laterales han desplazado los valles en unos veinte kilómetros en algunos puntos.» «La conocida falla de San Andrés, atraviesa California desde San Francisco hasta el cabo Merdocino, casi paralelamente a la costa. Especialmente el terreno alrededor de Los Ángeles, es cruzado por todo un sistema de pequeñas fallas transversales.» (La aglomeración de Los Ángeles [Los Ángeles-Ventura-Orange], tiene unos nueve millones de habitantes, el autor.)
   «Unas placas subterráneas de grandes dimensiones se están aproximando y llegarán a chocar.» «Mientras estén en movimiento no hay un gran seísmo previsible para California.» «Pero los últimos acontecimientos indican algo que provoca la señal de alarma: el deslizamiento de las capas terrestres se está deteniendo, y se está bloqueando en la zona de San Francisco. Los científicos opinan unánimemente que en un futuro próximo habrá un fuerte temblor de tierra en la parte norte de California.
   «Cuando ocurra el seísmo, éste será estrepitoso.» «Según datos del geólogo Donald L. Anderson, en la revista Science (217, pág. 1097, 1982), la 370 probabilidad de un fuerte temblor de tierra en California que podría alcanzar la fuerza siete o más, está aumentando.»
   Desde el año 1974 se ve bajo un nuevo aspecto la anunciada catástrofe para el Japón como la presagió Cayce. Unas fotos tomadas por satélites, publicadas por la NASA, provocaron una gran consternación en el Japón.
   La foto demuestra que todo el país está atravesado por una falla; los sismólogos la consideran más peligrosa que la falla de San Andrés, en California. Los científicos temen que el Japón dejará de existir antes del año 2.000. En agosto de 1983 se podría leer en la prensa una declaración de Kazuo Takahasi, director del observatorio sísmico japonés, en el Instituto Meteorológico Central: «Sabemos dónde ocurrirá el próximo seísmo, incluso podemos calcular su fuerza aproximada. La única pregunta difícil es, cuándo ocurrirá».
   Chou Maja, la vidente coreana, que vive en el Japón, predijo una catástrofe inimaginable para las islas japonesas, para los años ochenta, Chou Maja es considerada seria, porque otras profecías suyas se cumplieron.
   En un informe se lee: «Un libro con el título: E! hundimiento del Japón que lleva semanas en el puesto más alto de la lista de los bestseller, demuestra el profundo miedo de los japoneses ante una catástrofe. El libro describe cómo unos terremotos gigantescos, así como erupciones volcánicas devastan el país, pero no solamente esto, sino que finalmente todo el archipiélago que forma el Japón, se hundirá en las profundidades del mar».
   Las profecías de Lorber se refieren a toda Asia, así que aparte del Japón, también China y otros países asiáticos, tendrán que contar con las más graves catástrofes. Los graves terremotos en China y la guerra de Vietnam, de treinta años de duración, con graves consecuencias para los países limítrofes, son indicios del principio de las catástrofes en Asia. Lorber escribe literalmente: «Asia será depurada por medio de un gran juicio universal». (Gr IX 94, 12).
   Todas las afirmaciones de Jakob Lorber que hemos citado y explicado, demuestran su realidad, por acontecimientos que ya ocurrieron o por las coyunturas claramente dibujadas, de las catástrofes venideras. Algunas de las siguientes profecías, que se refieren a la última fase del tiempo final y que habrán de cumplirse antes de acabar este siglo, son muy difíciles de explicar o no se pueden interpretar; pero se ve que se refieren a los acontecimientos que Juan denomina apocalípticos en su libro profético. La catástrofe no significa el final de este planeta o de todo el universo. En las manifestaciones se dice claramente: «La tierra seguirá existiendo igual como después de Noé (Diluvio), y será habitada por Mis hijos más claros; solamente será eliminada la suciedad excesiva y será depurada en una lavandería, de las cuales hay en abundancia en Mi gran reino eterno». (Gr V 110, 6).
   Jesús dijo a sus discípulos que el tiempo final de la actual humanidad llegará antes de que se hayan cumplido dos mil años, y que «el género humano será purificado por el gran fuego vital». (Gr VIII 182, 5).
   Lo que Jesús comunicó entonces a un círculo reducido que le escuchó con gran atención, no pudo ser divulgado entre el pueblo. Juan preguntó: «¿He de apuntar en el pergamino lo que nos has dicho del juicio?», y el Señor le indicó: «Déjalo, porque en el tiempo (nuestro tiempo, el autor), Yo revelaré a los hombres de buena voluntad, las cosas por medio de nuevos videntes y profetas». (Gr X 157, I-2). «Les dictaré a sus corazones lo que han de escribir; todo lo que se ha hablado ahora en Mi presencia...» «...entonces, casi todos los hombres sabrán leer y escribir y sabrán entender los nuevos libros. Y de esta manea Mi doctrina nueva y pura, se divulgará más rápidamente y con más efecto entre todos los hombres de la tierra, que ahora cuando se transmite a través de Mis discípulos de boca en boca». (Gr IX 94, 4-5).
   En la cita mencionada se habla de la «purificación del hombre por medio del fuego». Esto ha de entenderse, en parte de manera realista, en parte como alegoría. Jesús habla a sus discípulos de cuatro clases o pasos de fuego.
   La primera clase de catástrofes se describe en la Nueva Revelación como sigue: «El fuego se llamará gran miseria general, indigencia y tristeza, como nunca lo ha visto la tierra. La fe se extinguirá y el amor se enfriará». «Un pueblo se levantará contra otro, guerreando con armas de fuego.» «Habrá una gran carestía, hambre, muchas enfermedades graves, pestilencias y epidemias entre los hombres, los animales y las plantas. También habrá grandes tormentas, terremotos, etc.» «Esta es la primera clase del fuego.» (Gr VII 185, 2-6).
   Además se dice que «por aquel tiempo» el progreso técnico, o sea la máquina de vapor impulsada por carbón o petróleo, así como la electricidad y las armas de guerra, habrán alcanzado un alto nivel. (Gr VIII 185, 7-9).
   Las armas de fuego que trajeron tanta desgracia a los hombres se consideran como la segunda clase de fuego, y son denominados «el fuego natural».
   En las manifestaciones de Lorber no hay ninguna mención de una guerra nuclear. La siguiente cita demuestra que el equilibrio de miedo existente desde décadas, se mantendrá en el futuro. La cita notable dice: «Los hombres de gran inventiva desarrollarán las armas, de tal modo, que pronto ningún pueblo podrá hacer una guerra contra otro. Porque si todos los pueblos lucharan con tales armas, se aniquilarían rápidamente hasta el último hombre y nadie conseguiría una victoria o una ganancia. Pronto se darán cuenta los reyes y los generales». (Gr VIII 185, 9).
   Los peligros en base al aumento explosivo de la población y el incremento del paro universal, son más probables que los peligros de una guerra atómica, según los expertos.
   La tercera clase de fuego es un fuego espiritual. «Consistirá en que Yo despertaré y convocaré unos cien años antes, a videntes y profetas» (entre ellos Böhme, Swedenborg y Lorber, el autor). Los profetas tienen la tarea de depurar la doctrina de Jesús, de todas las falsas interpretaciones y de la pompa, y comunicar de nuevo la enseñanza pura de Jesús, lo que conllevará la decadencia de la Iglesia Católica. Literalmente dice: «que estos profetas preparan a la Iglesia el camino de su hundimiento». «Tal como ahora (en tiempos de Jesús), todo consiste en ceremonias sin sentido, paganas y ciegas, llamado servicio a Dios, así también será en los tiempos venideros, pero la tercera clase de fuego de los cielos, los destruirá y los aniquilará.» : (Gr VIII 186, 3).
   «La cuarta clase de fuego consistirá en una gran revolución natural de la tierra, en todas sus formas y clases. Sobre todo ocurrirá en aquellos lugares de la tierra donde los hombres erigieron sus grandes y majestuosas ciudades, donde reinan la soberbia y el egoísmo, las malas costumbres y la falsedad, el poder y la lujuria, pero donde existe también la indigencia, la pobreza y la miseria (en los slums, el autor), todo provocado por el epicurismo de los poderosos.» (Gr VIII 186, 4).
   «Por el afán de obtener ganancias, también construirán todo tipo de fábricas en estas ciudades, y en vez de las manos del hombre allí trabajarán el fuego y el agua con las miles de máquinas hechas de metales del modo más ingenioso. Se emplearán carbones de las profundidades de la tierra, que el hombre se procura en demasía. Todo este afán, con la fuerza del fuego, llegará a un punto en que el aire en la tierra será saturado con los éteres inflamables, así que provocarán incendios, aquí y allá, y éstos convertirán las grandes ciudades y sus alrededores, en cenizas, junto con muchos de sus habitantes; esto representa una depuración grande y efectiva. Lo que no logrará el fuego de esta manera, lo harán las grandes tormentas en la tierra, que destruirán todo lo que sea necesario, porque sin necesidad no se destruye nada.» (Gr VIII 186, 5-6). Jesús dijo a sus apóstoles a este respecto: «Esto es una profecía para un futuro muy lejano, pero que se cumplirá». (Gr VIII 186, 9).
   Las profecías siguientes, probablemente son las de más difícil interpretación:
   «Cuando disminuya el número de los hombres puros y buenos, como en tiempos de Noé, otra vez la tierra sufrirá un juicio general, que no perdona ni hombres ni animales ni las plantas. Las armas que expelan fuego y muerte no servirán, ni las fortificaciones ni los caminos de hierro por donde discurren los trenes con la velocidad de una flecha, porque el enemigo vendrá por el aire y destruirá todo que jamás haya hecho daño alguno. Será de verdad un tiempo de mercaderes y cambistas. Lo que he hecho hace poco en el Templo de Jerusalén, con los vendedores de palomas y los cambistas, lo haré de modo grande en toda la tierra y por medio del enemigo, destruiré todas las tiendas y negocios de cambio; lo enviaré desde las altas esferas del aire hacia la tierra, como el relámpago, con gran estruendo y estrépito. En verdad, os digo, contra éste, nadie puede luchar, ni con todos los ejércitos de la tierra, pero Mis pocos amigos no sufrirán a manos de este enemigo invencible, y él los conservará para la nueva escuela de la cual saldrán hombres nuevos y mejores.» (Gr V 108, 2-3).
   «Existe un gran país en el lejano Oeste, que está rodeado por los grandes océanos y que no está unido en ninguna parte con el viejo mundo. De este país los hombres oirán grandes cosas, y pronto aparecerán también en el oeste de Europa hombres, y de ellos vendrá un gran brillo y reflejo. Las luces del cielo se encontrarán, se reconocerán y se precipitarán.» (Gr IX 94, 14).
   «Los hombres serán avisados por videntes y por señales extraordinarias en el firmamento, pero pocos harán caso, mientras que los demás hombres mundanos lo consideran como unos efectos curiosos de la naturaleza. » (Gr VI 150, 16).
   Mucho se ha especulado sobre el sentido de esta manifestación de «un enemigo del aire» y de «luces en el cielo». Los adeptos a la teoría de los OVNIS creen que tiene que ver con la aparición de objetos no identificados en el cielo, vistos por innumerables hombres, vulgarmente llamados «platillos volantes». Apoyan su opinión en las siguientes citas de la Nueva Revelación, creyendo que habitantes de otros mundos intervendrán en las dificultades en que se ve metida la humanidad. «Llegará un tiempo, cuando Yo abriré a los habitantes de planetas más grandes, la vista de la tierra y les explicaré la posición de aquellos que se encuentran en el camino de la búsqueda de la verdad habiendo llegado así a la tierra. Esto les intranquilizará mucho y la excitación se propagará desde Venus hasta Urca. Entonces ocurrirá que "poderes del cielo se agitarán" y una gran llamada alcanzará la tierra y sus habitantes de todas las partes.» (Wiederk. 69).
   Otros interpretan esta manifestación, en el sentido de que habitantes de otros mundos ofrecerán su ayuda espiritual a los hombres de esta tierra. No hay lugar a duda de que existen otros cuerpos celestes habitados, según repetidas manifestaciones en la Nueva Revelación. La palabra del Evangelio: «Tengo muchas otras ovejas, que no son de este rebaño», es una mutilación de lo que Jesús dijo realmente. El texto completo dice así: «Tengo muchos otros rebaños, que no viven en los establos de esta tierra, sino que viven -según su clase-, en innumerables otros cuerpos terrenales y celestes. Todos éstos han de ser llevados al establo de la vida eterna». (GS I 61, 9).
   La opinión científica que no concordaba con esta manifestación, ha cambiado fundamentalmente en los últimos años. Según la afirmación del Dr. Ernst Stühlinger, jefe el departamento científico de la NASA, se reconoce generalmente, que en el universo deben existir innumerables cuerpos con habitantes dotados de razón. El astrónomo asegura que los supuestos anteriores han cambiado fundamentalmente.
   Si las comunicaciones de la Nueva Revelación no concuerdan con los conocimientos científicos, como demuestra el caso anteriormente citado, esto no da lugar a dudar de la verdad de la Nueva Revelación. Los resultados que obtiene la ciencia aumentan, provocando muy a menudo un cambio de opiniones.


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© Texto: Kurt Eggenstein; © Edición informática; © by Gerd Gutemann G. Gutemann