Se puede leer -entre otras cosas- en la Nueva Revelación: «La espada
ha causado estragos (las dos guerras mundiales y las guerras locales siguientes, nota del autor), pero si los hombres persisten en su megalomanía (la
lucha de los gigantes por el predominio, las aspiraciones a la hegemonía
en muchos ámbitos, nota del autor), enviaré otro ángel, el ángel del hambre
y de la peste. Así los hombres aprenderán otros conceptos muy diferentes
a los que ahora les ocupan». (Wiederk. 67).
Lorber escuchó, que cuando la técnica de nuestro tiempo haya
alcanzado un alto grado de perfección, «que los barcos atraviesan las olas como
los vientos fuertes, que incluso pueden plantar cara al viento cruzándole
de frente», entonces, muy pronto comenzará la miseria en la tierra.
«El gran fuego del juicio del cielo no estará lejos», según Lorber. Pero
al tiempo del juicio le precederán otras plagas. «Pronto después de aquel
tiempo (el tiempo arriba mencionado, el autor), la vida en la tierra será
muy difícil para el hombre. Habrá guerras, grandes carestías, hambre universal, porque la tierra se volverá más y más estéril.» (Gr III 33, 4).
¿Que la tierra se vuelve estéril? ¿Pero no se ha logrado multiplicar las
cosechas, en comparación a tiempos anteriores en base a los abonos articiales que nos han proporcionado los químicos? Esto es cierto, ¡pero ya hoy
en día se cumple la profecía de Lorber! En otro lugar ya hablamos de las
consecuencias imprevisibles de los cambios climatológicos que influencian
las cosechas en el Hemisferio Norte. Pero los suelos corren aún otros peligros; únicamente no han llegado a la conciencia de la mayoría de los
hombres.
Ya indicamos la extensión enorme de la erosión, como consecuencia de
la tala masiva de bosques, y que se han llegado a perder grandes extensiones por tormentas de polvo e inundaciones; pero la erosión sigue. Según
Lorber, hay que calcular que los rendimientos de los suelos van a disminuir. Esto lo saben los expertos y también conocen la causa.
La teoría de Justus von Liebig, que únicamente nitrógenos
inorgánicos tengan importancia para el crecimiento de las plantas, se consideró durante
mucho tiempo como un dogma. Ahora se ha comprobado que esta teoría
es falsa. Hoy en día se sabe que los suelos pierden su estructura sana y
grumosa si faltan materias orgánicas (estiércol, turba, etc.). Sin estas materias orgánicas se reduce el número de las bacterias del suelo. Pero estos
microorganismos son indispensables para la formación de humus; si faltan
éstos, pronto faltarán las lombrices y donde éstas faltan no habrá suelo
sano. Con el empleo de abonos artificiales minerales, la reproducción de
las bacterias del suelo se reduce drásticamente. El premio Nobel Virtanen
(Helsinki), pudo comprobar que las bacterias reducen su actividad fisiológica, e incluso la paralizan del todo en un ambiente saturado con abonos
nitrogenados. El suelo empobrecido por falta de materias orgánicas está más
expuesto a las infecciones. También son perjudiciales los monocultivos, por
lo unilateral de Su flora. Hay más parásitos donde se haya perdido el orden
natural de la naturaleza.
El abono artificial tiene otras consecuencias preocupantes. El profesor
W. Schuphan, director del Instituto Nacional de la Investigación de la Calidad, de Geisenheim (Rhin), demuestra el círculo vicioso en que nos ha
metido la química: (1971) «El uso exagerado de fertilizantes nitrogenados provoca un alto grado de susceptibilidad a contraer enfermedades o parásitos
en las plantas alimenticias. Esto obliga a un empleo masivo de pesticidas
químicos. Además reduce el alto contenido de nitrógeno, los minerales y
las vitaminas en las plantas, tan necesarias para la salud del hombre». «Actualmente muchas enfermedades de la civilización no son causadas
principalmente por los productos nocivos, sino por la carencia de materia vital.
Si se alimenta a los ratones con comida sin contenido mineral, mueren al
poco tiempo, según el profesor Heupke. La susceptibilidad a contraer enfermedades aumenta en el ganado alimentado con plantas tratadas con
pesticidas y suelos abonados con fertilizantes químicos.»
En base al empleo de estos fertilizantes, se ha reducido el contenido en
magnesio de las plantas de forraje, lo que provocó el tétanos en algunas
vacas. Últimamente, también se comprobaron consecuencias desagradables
en la calidad de la leche y el queso, debido al empleo de abonos mineralizados, como informa la Conferencia Suiza de la Leche.
Según el informe del Club of Rome La situación de !a humanidad, se
han empleado insecticidas nocivos en una cantidad superior al trescientos
por ciento en el período de los años 1951 hasta 1966, mientras que el incremento de la producción mundial de productos alimenticios sólo fue del treinta
y cuatro por ciento. Como aumenta continuamente la inmunidad de los
parásitos, en el futuro se emplearán aún más venenos. Según unos datos
del profesor Friedrich Dittmar, actualmente se emplean unos 1.300 tipos
de pesticidas. Las consecuencias podemos verlas en el siguiente ejemplo:
«Los suelos del estado de Massachussetts (USA) sufrieron un envenenamiento
por el empleo masivo de insecticidas, así que una de las fábricas de conservas más importantes, que también produce alimentos infantiles, no compró
más los vegetales y frutos de aquellos terrenos. Los análisis efectuados a
causa de los cambios en el sabor, demostraron residuos considerables de
DDT y otros insecticidas.
Esta situación preocupante ha llegado ya a los juzgados en USA. El
Tribunal Supremo ha decidido que los productores alimenticios americanos
deben especificar en los envoltorios si los productos contienen DDT o Dieldrin; este último insecticida es cuatro o cinco veces más nocivo que el DDT.
Agrónomos americanos indicaron que la ruina para la zona principal del
cultivo de trigo es inminente, según un comunicado del año 1983.
Según el biólogo Schuphan, de Maguncia, en la República Federal
Alemana, los análisis toxicológicos no toman en cuenta «la realidad
biológica». Al mismo tiempo, el profesor G. H. M. Gottschewski, del Instituto
Max-Planck de Inmunología de Freiburg, rechaza la afirmación de que el
empleo de pesticidas y herbicidas no fuese perjudicial, declarando que tal
afirmación «no se puede comprobar y por lo tanto es altamente negligente». Actualmente un siete por ciento de la tierra de cultivo de Alemania
está saturada de productos químicos, y según los expertos en su comprobación del año 1983, «pronto será inservible».
Los oncólogos americanos Dr. Th. Slage y Dr. R. Shearer, del Centro
de Investigación Hutchinson, en Seattle/Washington, informaron en marzo
de 1976, en un congreso de cientícos americanos, que los productos químicos cancerígenos en el ambiente y en los alimentos, son tan numerosos
que no será posible contrarrestar los peligros. El ochenta por ciento de las
enfermedades cancerosas en el hombre, son causadas por los productos químicos en el ambiente y el veinte por ciento por productos químicos en los
alimentos.
Asusta la información de la OMS de mayo de 1975, según la cual.
aumentó el número de envenenamientos graves por el uso indebido de pesticidas
a la cantidad de medio millón de casos anuales en el mundo.
Hay que notar los datos oficiales publicados en los anuarios de los
departamentos de investigación de la República Federal de Alemania, con respecto a los análisis de productos alimenticios. Los productos de producción
nacional de cultivo tradicional (o sea cultivo no-biológico) demostraron tener residuos
de insecticidas en un cuarenta por ciento. En los análisis efectuados en febrero de 1976, por la fundación Warentest, de productos
procedentes de cultivos biológicos se dice con referencia a los residuos: «Los
grupos más importantes de insecticidas, hidrocarburos clorurados y éster
de ácido fosfórico, no se apreciaron». Con respecto a los residuos de venenos, el profesor W. Schuphan comenta: «No sabemos si la aportación
continua de pesticidas tóxicos y de sus metabolitos -hasta en cantidades
ínfimas-, junto con el empleo abusivo de ciertos fármacos, provocan unas
alergias inexplicables y cada vez más frecuentes, o se manifiesta en latentes
daños tóxicos crónicos. Aquí hay que hacer hincapié en algo que merece
ser anotado. Con fecha del día 1 de enero de 1978, entró en vigor el párrafo
14 (1)2 de herbicidas de la ley de alimentación y consumo, según el cual
los productos alimenticios no deben contener residuos de pesticidas altamente nocivos. Un decreto posterior determina que esta ley es aplicable a
productos nacionales ¡Los residuos nocivos en productos de importación,
pueden alcanzar el nivel máximo! Las fábricas alemanas exportan estos pesticidas y luego regresan a las cocinas de los hogares germanos desde el
extranjero, la fruta, vegetales, lechugas, arroz, cítricos, queso, etc.,
portadores de estas substancias nocivas.
En abril del 1983, el profesor J. F. Diehls, del Instituto Nacional de
Alimentación, en Karlsruhe, admitió que un cuarenta y tres por ciento de
los vegetales y el treinta por ciento de la fruta, contienen residuos químicos.
Con el tiempo aparecerán consecuencias graves, a causa de los pesticidas. Según datos del profesor Wilhelm Drescher, Bonn, durante los últimos
años se ha reducido la existencia de colmenas en casi doscientos mil millones o en un once por ciento, debido a los pesticidas. Igualmente disminuyen
nuestro amigos, los pájaros, a causa de los insecticidas. Especies enteras
de aves han sido exterminadas casi por completo, debido a los productos
químicos. Se ha de añadir la irresponsable matanza de pájaros por pura
glotonería. La Stampa, el periódico italiano, calcula que anualmente se capturan o se matan unos ciento cincuenta millones de pájaros. Pero Italia no
es el único país donde se practica el asesinato masivo de pájaros.
No son sólo las influencias arriba descritas, las que perjudican la
fertilidad de los suelos, sino que hay noticias alarmantes nuevas que amplían los
posibles peligros. Anualmente millones de toneladas de dióxido de sulfuro
se liberan al aire. En el suelo se convierten en ácido sulfúrico por la acción
de la humedad. Un estudio sueco llega a la conclusión que el ácido sulfúrico extrae los elementos de reacción básicos, y el calcio de las capas
superiores, lo que reduce la fertilidad de los suelos en el futuro. Una deficiencia
en calcio en las plantas, tiene consecuencias desagradables para el organismo humano. Estamos viendo el principio de este proceso que conduce al
empobrecimiento de nuestras tierras de cultivo.
Los expertos en alimentación, como por ejemplo Lester R.
Brown, conocen las consecuencias a largo plazo, del empleo de fertilizantes
artificiales. Hasta ahora no se publicó el resultado. El ministro de Agricultura de
Nordrhein-Westfalen, H. O. Bäumer, informó que según la opinión de numerosos científicos, la mayoría de los campos de cultivo sufrirán el
envenenamiento por metales pesados, en las próximas décadas.
Los organismos sociales conocen todos estos peligros amenazadores. En
un informe de expertos hecho por encargo del gobierno de Baden-Württemberg, se lee, que «los métodos de producción actualmente
empleados en la agricultura destruyen la tierra de cultivo».
También el Ministerio de Alimentación de Bonn, habla en su «informe
de la agricultura» tomo 50/1972, cuaderno 1-3, del empobrecimiento y envenenamiento de la tierra de cultivos: «En base a las necesidades
económicas de intensificación en la producción alimenticia, se preveen peligros que
no deben ser tomados a la ligera». «Los suelos han perdido vitalidad y
grumosidad, debido al monocultivo...» Esto no es cierto solamente para USA
y Europa, sino también con respecto a la productividad de la tierra agrícola
de África del Sur.
Después de todo lo dicho, se entiende que el Secretario de Estado del
Ministerio del Interior, G. Hartkopf, llegue a declarar públicamente: «Es
más peligrosa la química, con sus peligros potenciales que la energía nuclear».
Mientras tanto sigue el aumento rápido de la población en los países
en vías de desarrollo, lo que anula todas las previsiones optimistas para
su alimentación que se habían hecho. La producción de trigo está disminuyendo desde el año 1971. En la carrera entre el crecimiento de la población
y el aumento de los productos agrícolas, los países del Tercer Mundo han
perdido ya en los años setenta. En algunos países existen, además, problemas insolubles a causa de la cantidad de refugiados que inundan los países
de forma nunca conocida anteriormente.
Según datos de la Conferencia Mundial de la Alimentación del año 1980,
unos ochocientos millones de hombres viven «en un estado de indigencia
absoluta». El hambre universal tiene múltiples causas. La tesis de Th. R.
Malthus (muerto en 1834), de que algún día aumentaría más la población
mundial que los productos alimenticios, se hace realidad.
En parte, los países del Tercer Mundo tienen culpa de su miseria. Sus
gobiernos no se preocuparon lo suficiente de la agricultura, pagando a los
agricultores precios míseros para sus productos. En consecuencia, muchos
de éstos abandonan sus tierras, emigrando a las ciudades donde confían
en la ayuda alimentaria de los países industrializados. Muchos países, sobre
todo en África, que se autoabastecían, hoy en día dependen de importaciones de cereales. Esto lleva al endeudamiento, y actualmente solamente en
África, veinticuatro estados aumentaron sus deudas con el extranjero en
seis veces durante la última década; probablemente no podrán devolver a
los bancos de los países industrializados estas deudas. Ya se pueden ver las
consecuencias. Hay que añadir que la subida de los precios de los crudos
también repercute en los precios de los fertilizantes, ya que para su producción se necesita mucho petróleo. El empleo de estos fertilizantes se hace
por lo tanto más difícil para los países en vías de desarrollo.
Las cosechas también disminuyen a causa de las sequías, a causa de la
erosión y del empobrecimiento de los suelos. En la India y en otros países
se utilizan anualmente cuatrocientos millones de toneladas de estiércol de
vacas y búfalos, así como la paja para cocinar los alimentos, ya que no
se encuentra leña suficiente, a causa de la destrucción de los bosques. De
este modo se pierden los productos de fermentación necesarios para una
tierra de cultivo que dé un buen rendimiento. En consecuencia, grandes extensiones de tierras perdieron sus humos por efectos de los vientos y de
las lluvias, y ya no sirven para la agricultura. Según unos cálculos de expertos de la ONU, una tercera parte de la tierra de cultivo en el mundo, se
volverá inutilizable dentro de los próximos quince a veinte años.
Las pérdidas de tierras de cultivo provocaron siempre una huida en
masa de la población, al mismo tiempo que aquélla iba aumentando. Así crecen tres veces más rápidamente los «slums» en las ciudades que las partes
de mayor nivel económico. Este proceso sigue en todas las partes del Tercer
Mundo, sin parar. Los resultados de las investigaciones de la ONU arrojan
unas cifras que preveen para el futuro, que de las quince ciudades más grandes del mundo, doce se encontrarán en los países subdesarrollados, en base a
la emigración y el aumento de la población. Todos los expertos opinan que
el caos ya está programado. El resultado de un estudio durante tres años,
del consejo americano, es una visión escalofriante. Según éste, el número
de los hombres subalimentados o padeciendo hambre aumentará de los ochocientos mil de ahora, a tres mil millones, en los próximos veinte años.
Los autores del segundo informe del Club of Rome, los profesores Eduard
Pestel y Mihailo Mesarovic, ya vieron esta situación en el años 1974, de
modo muy realista. En una entrevista con la revista Stern declararon que
mil millones de hombres morirán de hambre. Dentro de diez o veinte años
probablemente será demasiado tarde. El profesor Pestel pronostica: «Las
regiones más afectadas, como por ejemplo la India, registrarán miles de
millones de muertos, lo que provocará un caos político que se puede extender incluso a otras regiones, como la nuestra, con unos gobiernos todavía
intactos».
La CIA ve también la amenaza de guerra en el caso de la indigencia
de la población, cuyos gobiernos poseen armamento nuclear. «El chantaje
nuclear es posible.» Si sigue el descenso de la temperatura, esto significará
para países como Canadá, el norte de Rusia y el norte de China, tiempos
más cortos de crecimiento, lo que influye en las cosechas, como influirán
la falta de los vientos monzónicos en la India, el sur de la China y el oeste
de África.
Expertos americanos opinan que la sequía actual y de eventual duración
prolongada, en las partes principales de cultivo de trigo en USA -los llamados High Plains (altos planos)-, puede provocar la desertización.
También USA ve oscurecido su futuro por la falta de agua.
Podría llegar el caso de que también la cesta del pan de los países
industrializados se viera amenazada. Según el Instituto para la Alimentación e.V.
en Frankfurt (Mena), en la República Federal Alemana un diez por ciento
de los alimentos comprados -por un valor de miles de millones de marcos-
terminan en la basura, porque, como dice un comentarista, «ya no miran
ni el marco ni el pfennig». Los niños en edad escolar tiran diariamente
unos treinta mil kilos de bocadillos, «porque tienen suficiente dinero para
comprar golosinas». Los italianos echan diariamente veintiocho mil kilos
de pan a la basura. El presidente de la Asociación Nacional de Panaderos
calcula el valor de este despilfarro en mil millones de marcos (convertido
de liras italianas).
El menetekel ya escrito en la pared. Después de todo lo que se ve, la
profecía de Jakob Lorber se está cumpliendo de modo que asusta. Si arriba
mencionamos, que enormes extensiones de tierra agrícola y de pastos se están desfertilizando o destruyendo a causa del envenenamiento, del
empobrecimiento, del abuso de pasteo y por la erosión, todo por la actuación
errónea del hombre, hay que añadir aquí una manifestación específica de
Lorber. Él escribe, que una gran miseria será provocada «por el mal gobierno del hombre con sus tierras». (Wiederk, 112).