Con el permiso de © K. Eggenstein: 'El Profeta Lorber anuncia las catástrofes venideras y la autentica cristiandad

Kurt Eggenstein

La humanidad sufrirá catástrofes por daños ecológicos


   Los daños de nuestro entorno y los riesgos son ya tan numerosos que es difícil englobarlos todos. A cada momento se conocen nuevos peligros. A menudo las consecuencias no se hacen sentir antes de transcurrir cierto tiempo. Año tras año se fabrican nuevos productos químicos cuyos efectos o eventuales correlaciones con otros se desconocen. La ciencia tiene muchos conocimientos, pero todavía es más grande el ámbito de lo desconocido. Así, que debemos contar en un futuro próximo con sorpresas no siempre gratas e incluso peligrosas. Lo desconocido y lo inesperado -como lo predice Lorber- se hará realidad. Nadie es capaz de decir dónde está el límite de lo que puede aguantar el sistema ecológico. «La verdadera catástrofe aún está por venir», escribe G. R. Taylor. La relación siguiente demuestra que hemos de temer lo peor.

La contaminación del aire

   Hace algunas décadas que el tráfico rodado y la industria contaminan más y más el aire. Los habitantes de las grandes ciudades -en especial los niños- no respiran ya el aire puro. Ya no se dan los presupuestos de un proceso de vida normal para nuestro organismo. La mayoría de los hombres parecen acostumbrarse a estas condiciones insostenibles, no dándose cuenta del peligro que corren.
   Los coches contaminan el aire sobremanera. Su número crece de tal modo, que hoy apenas se puede aparcar en las calles, y las ciudades están cubiertas por nubes de gases de los escapes, provocadores del cáncer.
   A pesar de medidas contra el alto contenido de plomo, todavía hoy se contabiliza un contenido de plomo diez veces mayor en calles de mucho tránsito, que la cantidad que se ingiere a través de los alimentos y el agua. «Los gases de los escapes no son molestos, sino altamente peligrosos.» Esto dijo el profesor Meurer de la MAN de Nuremberg, según el Frankfurter Zeitung del 7 de julio de 1971. Según los resultados del Instituto de Investigación Biológico-Físico, en Oberjessingen (Baden-Württemberg) del año 1970, los ensayos demostraron que cada novena persona tiene una contaminación por plomo, y cada cuarta demostró un alto contenido de metal pesado en la sangre. Declara el Instituto con respecto a estos resultados: «Todos los que vivimos en un ambiente contaminado debemos esperar una evolución dramática». Cada año los automóviles expulsan 250.000 toneladas de plomo, en todo el mundo. Es lógico que la más alta concentración se encuentra en las zonas de más densidad. Las medidas legales de los años setenta para mejorar el aire no han tenido éxito, a causa del aumento de los automóviles en circulación. En agosto de 1980, el presidente del Bundesumweltamt (Secretaría del Medio Ambiente) tuvo que admitir que los éxitos alcanzados por la industria se veían anulados por el aumento de los gases de los coches. Los médicos no pueden conocer las causas de muchas enfermedades como las alergias, la migraña, neurosis, cardiopatías, dificultades circulatorias y del metabolismo, ya que gran cantidad de los venenos contaminantes tienen un efecto latente y la enfermedad no se detecta hasta años más tarde.
   Cuando se divulgó la ley para limitar el contenido de plomo en los gases de los automóviles, no se sospechaba lo inoperante que resultaba para los gobiernos de todo el mundo. Los habitantes no se enteraron que los demás venenos peligrosos -como el benzipireno, reconocidamente cancerígeno- no se mencionan en los decretos leyes. Hace poco se sabe que no son las industrias ni los hogares los que mayor daño ecológico causan, sino los automóviles.
   El peor enemigo del hombre, sobre todo en las grandes ciudades, es el hidrógeno carburado, que apesta todas las calles. Es la causa del cáncer de pulmón, que contamina ya a edad muy temprana. Además, se teme que también llegue a alterar los genes en el hombre.
   Según el Instituto de Investigación Oncológico de Heidelberg, tanto por el benzipireno como por el plomo de los gases de los automóviles, se origina el cáncer incluso prenatal, causa de la muerte por cáncer en niños de corta edad.
   Asustan los resultados de nuevas investigaciones, aunque la gente en general no presta atención alguna. Parece que los pueblos civilizados no desean concienciarse de sus enfermedades. Según la Frankfurter Zeitung, nuevos ensayos demostraron una peligrosidad mil veces mayor en el hollín de los escapes de los automóviles, que el peligro del benzipireno. «Los intentos de solución contra estos contaminantes son todavía utópicos», sigue el mencionado periódico. Parecida es la noticia que viene de los Estados Unidos. El secretario del Medio Ambiente en USA, comunicó que los filtros anticontaminantes preferidos por la industria automovilística americana probablemente causarán más daño del que evitan. Desde luego, los dispositivos disminuyen la expulsión de monóxido de carbono y de hidrocarbono, pero aumentan los sulfatos. Éstos a su vez incrementan las enfermedades pulmonares y coronarias fatales. Otro estudio americano hecho por encargo de los gobiernos estadounidenses, suizo y japonés, demuestra que los residuos de combustión de gasolina libre de plomo contienen un veinticinco por ciento más tóxicos que otros carburantes. A los gases de escape se debe añadir el amianto en el aire, liberado por el desgaste de las pastillas de freno y de los neumáticos. El amianto es un tóxico altamente cancerígeno. El profesor Konrad Morgenroth, de la Universidad de Bochum, pudo demostrar indicios de amianto en un ochenta por ciento de la población. ¡Ya no se puede volver atrás! Parece que se ha de cumplir el proverbio chino: «quien monta en un tigre ni puede terminar su camino ni apearse».
   «El monóxido de carbono (CO) es el gas tóxico que más se encuentra en la atmósfera. Lo emiten tanto los automóviles, como numerosas industrias y la calefacción doméstica. Solamente en la Alemania Federal, el tráfico rodado emite anualmente 4.000.000 de toneladas de CO. Este gas inodoro e insípido, que también se origina al fumar cigarrillos, daña sobre todo el sistema nervioso central y el músculo cardíaco. El valor base autorizado para CO es de 8,6 ppm, como valor medio anual y de 24 horas, y de 25,8 ppm como valor para media hora. Según los científicos, las concentraciones en las grandes ciudades no deben superar 9-10 ppm. De hecho llegan a 30, 50, y en no pocas ocasiones hasta 100-300 ppm. El contenido de CO producido por el hombre en las grandes ciudades es mil veces mayor que el valor medio de la atmósfera. Anualmente se liberan a la atmósfera 400 millones de toneladas de este tóxico ambiental.
   El cadmio es otro tóxico muy peligroso que tardó en ser conocido como tal. Desde principios de siglo, la producción de cadmio se aumentó por mil veces. En el año 1977 la Organización Mundial de Salud (OMS) fijó un valor límite tolerable de 0,0057 mg por persona, valor que se sobrepasa ampliamente en la República Federal Alemana. En el lodo de nuestros ríos, el aumento de cadmio es mil veces mayor comparado con su existencia normal. El contenido de cadmio en los sedimentos del Rhin se calcula en cien toneladas. Durante una jornada de la Asociación de Ingenieros en Düsseldorf en el año 1973, el profesor Magnus Piscator declaró que este metal pesado altamente tóxico representa un gran peligro para el agua potable (del Rhin, el autor).
   Consideramos ahora otro veneno que hace tiempo pasa como una nube atómica por nuestro globo terráqueo: el DDT (dicloro-difeniltricloretano). Al principio este pesticida fue considerado inocuo por sus productores. Este veneno, que ataca los nervios y cuya peligrosidad se descubrió en el año 1945, ha sido producido en cantidades enormes. El DDT es más estable que el E605. Su período de semidesintegración es de veinte años. Se encuentra tanto en los esquimales del ártico y en los pingüinos, focas y peces del antártico, como en la leche materna de madres americanas y europeas. En el protocolo de la reunión de la Oficina de la Salud del estado de Baden-Württemberg del 6 de junio de 1973, se dice que la leche materna tiene un contenido de pesticidas veinte veces más alto, sobre todo en hidrocarburos cloreados. En el Deutsche Ärzteblatt (órgano oficial de los médicos), el profesor Hans Jürgen Holtmeier de Stuttgart-Hohenheim, indica que embriones de tres meses ya demuestran cantidades apreciables de hidrocarburos policloreados en sus tejidos adiposos. No se pueden preveer aún las consecuencias que estos resultados alarmantes traerán a las generaciones futuras. Sin embargo se sigue utilizando el DDT en los países subdesarrollados. De otra parte, también aumenta de modo alarmante, el contenido de mercurio en el aire y en la lluvia. Esto puede producir daños en el sistema nervioso y en los riñones. Durante largo tiempo no se reconoció la peligrosidad del PCB (bifenil poli- cloruado). Este veneno se enriquece con la cadena nutritiva y no es eliminado por el cuerpo ni se desintegra. Muchos de los alimentos analizados contienen un alto grado de PCB, también la leche materna. El PCB no se desactiva en los incineradores de basuras normales, sino que pasa inalterado a la atmósfera. Los neonatos, hoy en día, tienen ya tanto PCB y DDT en la sangre como los mayores, dicen los científicos.

La contaminación del aire (el «smog» mezcla de niebla y humo)

   Una «campana» de aire contaminada, cáustica y maloliente cubre las gran- des concentraciones industriales. Una investigación en Colonia, pero que vale igualmente para otras grandes ciudades industriales, demostró el alto grado de contaminación, mas alto que generalmente conocido. En el aire industrial de Colonia se detectaron más de trescientas sustancias tóxicas. Los resultados se pueden leer en el informe ecológico del Gobierno Federal. Está comprobado que en la República Federal aumentan los días con una contaminación que sobrepasa los 200 ppb. Ya en los años 1953-1960, la ciudad de Munich registró 124 días anuales por término medio de «inversión». Para el área industrial de las ciudades de Mannheim y Ludwigshafen se puede afirmar que «casi la mitad del año están en el límite del «smog». Bajo ciertas condiciones climatológicas, cuando no sopla un viento fuerte y existe una capa de aire caliente encima de la capa de aire fría en el suelo, se produce la situación llamada «inversión». La falta de intercambio y el incremento de tóxicos por las emisiones industriales, de los automóviles y de los hogares, contaminan el aire cada vez mas. Así se origina el «smog» (voz inglesa compuesta por fog = niebla y smoke = humo). Lo más peligroso son los gases emitidos por los automóviles. Los hidrocarburos, en combinación con el nitrógeno y bajo el efecto de la luz solar se convierten en sustancias altamente agresivas.
   Una parte principal del «smog» fotoquímico es el ozono. Por la interacción de los nitrógenos y los hidrocarburos de las industrias (refinerías) y de los automóviles, el ozono llega al aire de la ciudad. La combinación de ozono con dióxido de sulfuro comporta serios riesgos; el volumen de respiración baja en un treinta por ciento. El ozono mismo ya es dañino en su concentración mínima. La OMS (Organización Mundial de la Salud) propone un valor límite de 60 ppb. En las grandes ciudades alemanas se miden valores de 200, incluso 270 ppb.
   Los planes para avisar al público sobre el peligro del «smog» y las respectivas medidas para el control son poco efectivos. Según la revista americana Life los hombres pronto tendran que ir provistos de mascarillas antigas en las grandes ciudades de USA. Un dictamen elaborado por trescientos científicos pronostica la muerte por asfixia a la ciudad de Nueva York. Ahora ya ha comenzado el éxodo. Anualmente quedan libres y abandonadas unas 120.000 viviendas en Nueva York.
   En la República Federal de Alemania existen solamente unos acuerdos voluntarios entre la industria y el gobierno para las medidas contra la contaminación y los planes de alarma de «smog». Según los científicos, los valores límites de cuándo se deba dar la alarma, son demasiado altos, sin tomar en cuenta indicaciones de la medicina. No se tomó en consideración la alta susceptibilidad de los neo-natos y los niños de corta edad. Así, los planes de alarma de contaminación no podrán cumplir eficazmente su cometido. Se debe tomar en cuenta también, que la concentración de tóxicos contenida en el «smog» tiene un efecto cuatrocientas veces mayor que el benzipireno puro, provocador de tumores.
   El bioquímico Dr. Frederic Vester añade, que este resultado es un ejemplo alarmante de los efectos «sinérgicos»* hasta ahora poco investigados. 

* Sinergismo = concurso activo de varios factores que incrementen o potencien su acción.


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© Texto: Kurt Eggenstein; © Edición informática; © by Gerd Gutemann G. Gutemann